El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha ratificado que llamar “gilipollas” a un superior no es motivo de despido disciplinario, siempre que se trate de un insulto “concreto y aislado” en un contexto determinado, como el caso de un empleado al que le pidieron que se quedara a una reunión tras su turno cuando tenía prisa por motivos personales.

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